domingo, 8 de mayo de 2011

Divagación

Oh, dulce depresión que corre por mi cuerpo y que extrae al corazón, dejando en su lugar un vacío placentero. Me pregunto que causa esta vez ese sentimiento. Será el sentirme perdida o el hecho de sentirme sola.  El hecho de no saber por cual camino ando, a oscuras, o sentir que me alejo del lugar perfecto en el cual había estado. Reemplazo. Tragedia. Miedo. Volver al pasado no es mi actividad favorita. El presente era perfecto. El futuro se ha convertido en algo incierto. Odio la incertidumbre y anhelo esa bendita curiosidad de los años de infancia. A dónde te has ido? Vuelve. Y si puedes, trae contigo  la valentía y  la cordura. Eso de discutir con las virtudes no debe ser sano. Eso de hablar con tus palabras debe ser principios de locura.  Eso de saber que estás perdiendo la razón es definitivamente la consecuencia de darte cuenta que estás madurando. Madurar. Crecer. Crear tu propio mundo. Hacer verdad todos esos sueños improbables de la infancia. Será posible? Será real? O, una vez más, me voy a defraudar, cayendo como siempre. Como dije, odio la incertidumbre. Que se vayan al carajo las sorpresas. Veme aquí, Realidad, te abro los brazos para que me guíes. Necesito un sostén, un agarre; La idea de Dios ya no me satisface.

Quiero volver a mi lugar perfecto. Quiero estar en mi sitio ideal. Necesito morir para ello? o solo esperar? Quién sabrá. Pero, por el momento escogeré la segunda opción. Al fin y al cabo, ha sido la única que mi razón me ha ofrecido, y la única a la que he tomado gustosamente. Amo la vida, pero eso de esperar ya me está cansando.

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